La educación inclusiva comenzó a tomar forma en 1994, cuando la Declaración de Salamanca proclamó la inclusión como el medio más eficaz para educar a todos los alumnos en el sistema educativo ordinario, independientemente de sus características y necesidades individuales.
Uno de los objetivos clave de la educación inclusiva es favorecer el desarrollo de todo el alumnado y la cohesión de los miembros de la comunidad, de manera que todos puedan disfrutar del proceso de aprendizaje. En este sentido, la diversidad debe ser considerada como una valiosa posibilidad de crecimiento personal.
Podemos ver en esta imagen un aula de Educación Infantil, compuesta por alumnos y alumnas de diferentes culturas; un aspecto que favorece las actitudes favorables de cara a la multiculturalidad y fomentando la interculturalidad.
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