lunes, 8 de abril de 2019

Enseñar a valorar las diferencias.


ENSEÑAR A VALORAR LAS DIFERENCIAS.

Desde hace algunos años nuestra sociedad se compone de una diversidad que antes no habíamos experimentado. Hasta hace algunos años conocer a una persona de otra raza y cultura era algo poco frecuente y exótico. Afortunadamente hoy convivimos con personas de distintas procedencias, que traen con ellos sus diferentes culturas, idiomas, religiones, vestimentas, gastronomías…

La diversidad siempre es fuente de conocimiento y reflexión, facilita el despertar de la actitud crítica, la curiosidad, el replanteamiento de ideas, los nuevos conceptos… es una oportunidad para reinventarnos y aprender de los demás aquello que también es válido para uno mismo.

A fin de hacer presente en el día a día de los niños/as y adolescentes el valor de la diversidad, y evitar situaciones de mala convivencia, incluso de conflicto, los educadores (padres/madres y profesores) tienen un papel relevante. 
Las pautas básicas para la educación intercultural y para fomentar una buena convivencia en los centros educativos y entornos sociales del menor, son:

         - Tener presente que el respeto es la premisa básica para vivir en sociedad, y más si ésta es plural. Que no compartamos o comprendamos algo: una idea, una vestimenta, una costumbre… no nos autoriza a despreciarla.

         - Explicar a nuestros hijos/as que todas las costumbres están enmarcadas en el contexto histórico e ideológico en el que surgieron. Multitud de factores condicionan el surgimiento y evolución de una costumbre. No hay que olvidar que aunque en el momento actual parezca no tener sentido sí hubo un tiempo en que lo tuvo. Como ejemplo podemos recordar que nuestra tradición de comer doce uvas en Nochevieja se hizo popular en 1909 como recurso para comercializar el excedente de producción de ese año.

-       Enseñarles a situarse en el lugar del otro. Para comprender a una persona, todos sabemos que hay que situarnos en su realidad, lo mismo tenemos que hacer cuando queremos comprender una cultura: informar a nuestros hijos/as sobre su historia, los avatares de sus gentes, los principios que la sustentan, cómo son sus tierras, sus recursos… les ayudará a comprenderla y a situarla en su momento actual.

-          Evaluar el sentido de nuestras costumbres. Asumimos las costumbres que se nos inculcan en la niñez sin ningún cuestionamiento, las consideramos naturales. Sin embargo las costumbres ajenas nos parecen, en ocasiones, grotescas y disparatadas, fácilmente criticables. Pero… ¿nos planteamos el sentido de las nuestras y qué les parecerán a personas de otras culturas? Enseñarle al niño/a a preguntarse el porqué de las cosas, a mirar con sus propios criterios la realidad, es un sano ejercicio, formarse ideas propias es signo de reflexión e inteligencia.

-          La adopción y el intercambio de ideas, alimentos, costumbres del entorno con quien se convive es un fenómeno natural. No es extraño que en los hogares españoles se cene pizzas o se beba té, o se experimente con un wok o una fondue. Ni siquiera que el 24 de diciembre llegue a nuestras casas Santa Claus o, como nosotros le llamamos, Papá Noel. Sin duda, conocer otras costumbres ha hecho que nos enriquezcamos, que tengamos más opciones entre las que elegir y el hecho de que en la familia se viva esa diversidad hace que nuestros hijos/as se eduquen como adultos más abiertos y receptivos, con menos prejuicios, con más posibilidades.

-          Todos poseemos nuestra propia escala de valores, la hemos ido “elaborando” con la ayuda de la de la sociedad en que la nacemos, la comunidad en la que crecemos, la familia que nos educa, nuestras experiencias… Conocer la escala de valores de los demás, nos garantiza comprenderlos mejor y aprender algo valioso de ellos. Además podremos descubrir rasgos comunes, como el sentido de la hospitalidad que compartimos con otras culturas como la china o la africana.

-          Una forma entretenida y sencilla de iniciar a nuestros hijos/as en el conocimiento de otras culturas y costumbres es el uso de sus juegos, algo a lo que sus mismos compañeros les introducirán, la lectura de sus cuentos e historias tradicionales, el análisis de sus refranes o frases populares, el visionado de su cine, sus dibujos animados, conocer a sus personajes ilustres y sus obras, etc.

Pero sin lugar a dudas, la mejor forma de comprender una cultura es tener el privilegio de convivir con gente que proceda de ella, algo que todos podemos llevar a cabo. El entorno escolar nos ofrece hoy en día una gran oportunidad para abrir esa ventana a otras culturas. Debemos tener presente que para nuestros hijos e hijas, lo natural es jugar, hablar, aprender y convivir con niños de distintas procedencias y es esa naturalidad la que debemos asimilar los adultos.
Compartir su amistad en el patio del colegio, invitarles a los cumpleaños de nuestros hijos/as, hablar con las madres y padres de esos compañeros… Se trata de dejar los prejuicios a un lado y normalizar una relación de padres/madres, vecinos e individuos que conviven en la misma sociedad, ya que todos compartimos los mismos espacios y el mismo deseo de bienestar para nuestros hijos e hijas.

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