El papel del docente en el ejercicio de las estrategias para
fomentar valores positivos en el aula ha de basarse en las siguientes
cualidades:
1.
Autenticidad,
coincidiendo lo que dice con lo que hace. No tiene sentido ni utilidad
pedagógica que un profesor promulgue actitudes antirracistas, si su
comportamiento en el aula demuestra que no es capaz de aceptar y trabajar con
la diversidad cultural de la misma.
2.
Competencia
para afrontar situaciones conflictivas en el aula. Para ello, es básico que
el profesor se forme previamente en las estrategias de regulación de los
conflictos. Conocer y llevar a cabo actividades sobre negociación, escucha
activa, empatía o mediación es imprescindible para lograr un buen clima, no
sólo en las relaciones de aula, sino de todo el centro y la comunidad educativa
en general.
3.
Aceptación
incondicional de sus propios alumnos, considerándolos, desde un primer
momento, como personas dignas de todo respeto y consideración. Ridiculizar o
avergonzar a los alumnos desde edades muy tempranas, favorece la aparición de
una autoestima deteriorada.
4.
Comprensión
y confianza. Son cualidades muy dependientes de la anterior; el docente
deberá ser capaz de comprender el mundo infantil y adolescente y la confianza
hacia sus alumnos será la consecuencia más inmediata de este proceso.
5.
Estímulo
recíproco entre alumnos–profesores, en las diferentes y numerosas
experiencias didácticas.
6.
Trabajos
cooperativos que favorezcan las relaciones entre diferentes personas,
ayudando a eliminar posibles estereotipos previos.
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