Teniendo en cuenta las funciones sociales de la educación,
que se debaten entre dos posiciones: el cambio social y la transmisión de las
pautas sociales, la educación intercultural requiere de unas condiciones
mínimas en la sociedad:
-
Reconocimiento explícito del derecho a la
diferencia cultural.
-
Reconocimiento de las diversas culturas.
-
Relaciones e intercambios entre individuos,
grupos e instituciones de varias culturas.
-
Constitución de lenguajes comunes y normas
compartidas que permitan intercambios.
-
Establecimiento de fronteras entre códigos y
normas comunes y específicas mediante negociación.
Los grupos minoritarios necesitan adquirir los medios
técnicos propios de la comunicación y negociación (lengua escrita, medios de
difusión, asociación, reivindicaciones ante tribunales, manifestaciones
públicas, participación en foros políticos…) para poder afirmarse como grupos
culturales y resistentes a la asimilación. Y, por su parte, pretende conseguir
en todos los alumnos de todos los centros, a través de cualquier área y ámbito
curricular, una sólida competencia cultural, o lo que es lo mismo, toda una
serie de actitudes y habilidades que les capaciten para saber estar, convivir y
responder adecuadamente en una sociedad diversa, plural, democrática y
multilingüe.
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